Gorki Bollar (Uruguay)
Llegar y partir sin fin: un viaje rumbo a lo desconocido

‘Leviathan’, acrílico/panel, 2003

Hubo un tiempo, años atrás, en que Gorki Bollar pasaba más o menos desapercibido en el mundo del arte en Holanda. No se sabía bien dónde situarlo. ¿Es que pertenecía al grupo - en aquel tiempo cada vez mayor - de los así llamados pintores "naïfs", o quedaba justamente fuera de esa categoría, debido a su diálogo con el arte contemporáneo, esto resultando en influencias constructivistas que habían contribuído a dar forma a su visión?

Por otro lado, Bollar quedaba situado entre dos culturas, habiendo nacido en Montevideo, Uruguay (1944), y viviendo permanentemente en Holanda desde 1976, trabajando en Amsterdam, una ciudad que se ha convertido en su segunda patria.

Él, por su parte pensaba que existían afinidades entre el espíritu del grupo Cobra y el constructivismo de Mondrian que habrían de servirle de inspiración. En esta atmósfera era pues posible llegar a desarrollar una vida y  una identidad independientes como artista.

Para empezar, Cobra proponía un arte popular integrando a todo el mundo, de la misma forma en que el constructivismo luchaba por imponer una cierta objetividad, con un lenguaje universal de formas como meta final.

Por un lado entonces, la emoción; por el otro la noción de la proporción, el equilibrio y la armonía.

Antes de llegar a ser conocido, y esto no solamente en Amsterdam sino también en el exterior, como un pintor con un mundo propio, Bollar ha viajado, como un moderno Ulises; se trata de un viaje en el tiempo, a través del cual ha de reencontrar imágenes y emociones imperecederas que a partir de ese momento pasarán a formar parte de su pintura; una verdadera epopeya lírica, al margen del tiempo y de las modas. Esto es lo que continúa a hacer hasta el día de hoy. El tema central del hombre viajero, una metáfora secular de la condición humana, es algo realmente inagotable e intemporal.

‘Legende’, acrílico/panel, 2005

Aquellos que se complacen en encontrar analogías entre diferentes formas de arte se verán desconcertados ante la obra de Gorki Bollar.
Él mismo lo dice, sonriendo pero con determinación reflejada en los ojos, refiriéndose a los temas de la originalidad y el arte: - ‘El arte es algo que más tiene ver con el artista mismo como individuo que con una u otra tendencia. Naturalmente, el artista debe mirar aquello que lo rodea, pero debe cuidar de no perder sus propias ideas y experiencias en el proceso. Si es que soy un pintor "naïf" eso aparecerá seguramente en mi trabajo; pero ello no debe volverse una limitación’.

Declaración acertada y al mismo tiempo modesta. Y a través de la cual se llega a la esencia de lo que significa ser un artista. Es también un rechazo a aceptar la costumbre superficial de colocar una etiqueta a cada artista y así situarlo en un grupo que a la larga no convence.
La opinión de Bollar es también una consigna, dada de manera amistosa pero clara, de
ir contra toda clasificación, lo que es un hábito inherente al mundo del arte en Holanda.

En realidad, Bollar está diciendo que las clasificaciones en la denominación de obras de arte pueden llegar a molestar, y producir un bloqueo entre el artista y el público.

Este deseo de trabajar ‘fuera del tiempo y de las modas’ es por lo tanto una de las características de su oficio de artista.
Llegados a este punto, refirámonos a los enigmas que nos plantea en todos y cada uno de sus cuadros. ¿De qué región lejana vienen sus sueños, y cómo hacer para entenderlos por la vía organizada de la razón? En eso también, Bollar se sitúa fuera de las consabidas limitaciones de toda etiqueta.

Si a pesar de todo, aún se desea describir su estilo, se llega por cierto a dos estilos diferentes, situados uno muy cerca del otro o combinados entre sí: por un lado una narrativa naíf, muy detallada, de tonalidades claras, y por otro una manera más densa y cargada, de carácter expresionista.

 

‘Haarlemmersluis, Amsterdam’, acrílico/panel, 2002

 

 

Espacio, tono y color

Todo comenzó con la música.
A la edad de dieciséis años, Gorki Bollar escuchó a un pianista, que posteriormente sería famoso, tocar de manera tan sugestiva que un nuevo mundo se abrió para él, un mundo donde existían a un mismo tiempo espacio, tono y color.
Cuando poco después ve la obra constructiva del pintor Joaquín Torres-García, se da cuenta de que quiere ser pintor.
Las cosas que le fascinan desde su infancia, la literatura, la historia, le han de sugerir más tarde el tema central del viajero.

‘Me han estimulado y motivado las ideas de Torres-García (1874-1949), que entre otras cosas enseñaba que en cada obra de arte debemos aprender a ver al músico, al poeta, al arquitecto.La Escuela que él fundara en el Uruguay continúa a difundir sus ideas.
Allí conocí al pintor José Gurvich (1927-1974), un discípulo directo de Torres-García.’

Gurvich reconoce inmediatamente en Bollar un pintor que se podría describir como un hechizado soñador, pero que al mismo tiempo no pierde de vista la realidad. Por esta razón Bollar ha de incorporar a su trabajo los principios constructivistas.

‘Oude Turfmarkt’, acrílico/tela, 2007

‘Desde un principio se ha asociado mi trabajo con el arte de los primitivos modernos, es decir de artistas que trabajan al margen de toda tendencia, y que a menudo son designados con el término ‘naïf’. Pero hay una diferencia esencial entre naïfs y primitivos...los naïfs miran la realidad a traves del ‘lente’ naïf. Pero en mi caso, en mis cuadros, me refiero a un mundo imaginario, algo llamado el modelo interior; es lo que me lleva a mi interpretación de la realidad.’

En un comienzo, la versatilidad de Bollar hace que participe en una iniciativa de carácter singular: en 1963 Bergallo, Bollar, Scremini y Vilche fundan el ‘Taller de Montevideo’, un grupo dedicado a la integración de las diferentes formas de arte. Tres años más tarde viajan
a Amsterdam, invitados por el Ministerio de Cultura holandés. Es el principio de una pequeña Odisea, que culminará de manera definitiva en 1976 en Holanda. De esa fecha data también la asociación de Bollar con la Galería Hamer de Amsterdam.

Hacia 1980 Bollar llega a una manera propia y única de pintar. En la búsqueda de contenido emocional surgen en su trabajo elementos expresionistas, lo sugerido empieza a desempeñar un papel. Se evade de la virtuosidad del detalle, y crea un lugar para elementos nostálgicos y representaciones enigmáticas.

‘Gatepost’, acuarela, 1999

Cuando Bollar mira hacia atrás, a su propia Odisea, afirma: ‘Siempre me ha interesado la idea de una estructura,ahí situando lo abstracto y por otro tratando de enfrentar el problema de dar forma a elementos autobiográficos, datos concretos, sentimientos y fantasías.’

Para terminar, citemos un texto de Nico van der Endt, de Galería Hamer:

‘Los elementos que Bollar utiliza hoy en día provienen de su juventud: su interés en la religión, la literatura y la mitología, todas cosas que nos trasmiten una narración arquetípica,
una forma primitiva de vida humana en un mundo que se ha mantenido fundamentalmente
intacto. En lo personal, podemos definir su trabajo como una autobiografía transformada,
con el viajero, el que busca, como tema central: un Odiseo llevado por su destino, un destino que en el mundo absolutamente humano de Bollar nunca se convierte en fatalidad.’

La forma sugestiva, que hace su aparición a partir de 1980, el sitio otorgado a la nostalgia y a la vulnerabilidad del ser humano, la imagen de un hombre viajando hacia lo desconocido, todas estas cosas  contribuyen a crear y mantener un sueño paradisíaco; la combinación de lo lírico con un tono personal en la narración, ese volver las páginas del álbum de la familia humana, todo ello pintado de una manera muy evocadora y reconocible, demuestran que no hay sino un pintor como él.

Frans Duister
(publicado en la revista ‘Fysioscoop’, Amsterdam 2001)

Ruiters’, óleo/metal, 1986

 

Gorki Bollar en su atelier en Amsterdam