Jorge Menoni

El RÍO DE PAPEL

 

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Foto: Miriam Leal -- Diseño de Tapa: María Morales

 

Capítulo primero

Las memorias de Javier

1

Todo comenzó aquel profético día cuando Javier recorrió el patio de la Universidad gritando.
-Tengo 20 años y voy a escribir mis memorias.
Fue su último grito, murió en ese mismo instante de un apresurado infarto. Sus compañeros de clase al conocer la noticia, se pusieron de acuerdo para escribir sus memorias, como homenaje.
Todos y un grito sería el título. A la semana, el noventa y nueve por cientos de ellos había abandonado la idea.
Todos y un grito, fue nada más que eso, un dolor y una promesa. No obstante, Mateo, su más fiel amigo, el único que continuó la idea de escribir las memorias de Javier, tenía escrita la primer frase, lo más importante para un promisorio comienzo.
Siempre hay alguien, quizás no elegido, que rompe el rigor de las estadísticas y debe soportar el peso de ese asombro e intenta, en un acto de arrojo inconsciente, vivir sin perder la cordura, en la vigilia de un sueño despierto.

2

El entierro y los exámenes quedaron atrás. Una sola fue la duda que acompañó en todo momento a los estudiantes. ¿Qué memorias podía escribir alguien como Mateo que recién empieza a vivir? ¿Cómo iba a escribir las memorias de alguien mucho más joven que él? Esa era la curiosidad de todos los estudiantes, y como Mateo no contestaba las preguntas sobre el tema, comenzaron a sospechar que se estaba volviendo loco. Sin embargo él sabía con meticulosa precisión, que sí podía escribir las memorias, pues era partícipe de un secreto.
Un secreto que le había sido otorgado al azar, sin siquiera desearlo, pero que a su vez lo condenaba también a una temprana muerte, pues un secreto a la larga se termina sabiendo si no morimos antes de confesarlo.
El secreto era muy simple, Javier antes de morir se lo había contado, aunque tampoco era su secreto pues Javier lo había heredado de Leonardo, su padre literario. Debería pasar mucho tiempo para que Mateo comprendiera a qué se refería Javier con eso de padre literario.
Mateo sabía que, cuando a los 20 años se recibe tal secreto, la única tarea que resta es escribirlo pues es imposible vivir con tanta responsabilidad.
Bastaba pensar en Javier que no lo resistió. Contarlo supuso no solo un alivio, sino un escape a esa frágil cordura que ahora Mateo se había empecinado en mantener.

3

El tímido calor invernal desnuda y expande sus deseos de escribir.
La distancia entre el primer acoso de la muerte y las innumerables puertas que aún faltan atravesar a la espera de lo por venir, no es más larga que los pocos segundos que dura tomar cualquier decisión.
Agotado ese instante de duda suprema, Mateo se sintió como un intruso en la vida de los demás. Sin embargo en un rapto de lucidez comprendió que contar el secreto era la única manera de cumplir con el código de amistad prometido a Javier, como una dulce condena por la cual valía la pena pecar o desaparecer.
Cuando finalizó la escritura decidió seguir el camino de Javier, le bastó solamente dar un grito en el patio de la Universidad:
-Soy Mateo y escribí las memorias de Javier.
Este hecho transcurrió debido a un descuido poco feliz en que el Creador se vio tentado a corregir el primer día del mundo.
Vacilación que no ocurrió pero dejó entrever la posibilidad de que el ser humano pudiera modificar el orden sagrado, no a imagen y semejanza del cincel de belleza del origen, sino con la espada de dolor inventada por la intolerancia del hombre.
Quizás es este el momento de desequilibrio donde nace toda historia.
¿Dónde se esconde la verdad, quién podría soportarla? ¿Prefiguraría este encuentro el tiempo en que cualquier secreto sepulte el alma de la tierra para dar cobijo a la ilusión, tan extraña a la realidad? ¿O tan solo sería una pieza de un rompecabezas que una vez acabado nos delata el principio y el final de nuestros límites? Javier nos reveló el secreto heredado, solo nos resta leerlo.
El otro secreto, el de su corta vida o lo que aconteció posterior a ese grito, le corresponde a la ficción. La historia registra solamente las 200 páginas de las memorias que cayeron desparramadas por el patio de la Universidad, arrojadas por Mateo bajo el título El Río de Papel.
Un centenar de estudiantes curiosos se apresuraron a leer.

4

Como una flecha de ébano fino, la voz de Mateo atravesó su silencio y pareció deslizarse por toda la Universidad hasta perderse en la alborada lejana.
Tal vez exista una forma de volar, como equilibrista ciego alejado de los márgenes. Ha soplado el viento y recupero el alma, el aliento primero que me hiere dentro.
Lo verdaderamente importante está lejos, o quizá muy cerca, de todas formas, en otro lugar.
Así comienza el secreto.
Cuando las páginas rescatadas del patio de la Universidad, algunas rotas y sucias, otras despedazadas por el forcejeo de los estudiantes presurosos por la novedad fueron publicadas, el secreto compartido expulsó a Mateo prematuramente hacia otros ámbitos.
El secreto creó alas y desde ese día el tiempo presente fue para él una condena sin límites del cual aún no ha logrado escapar. El orden de lectura de lo que quedó del manuscrito fue reordenado a su antojo por el editor.
Nunca sabremos si el relato fue fiel a las páginas rescatadas, o si se esconde otra realidad detrás de ellas. Más extraño aún fue el título del manuscrito: El Río de Papel.
Queda el testimonio de Mateo, pero hasta qué punto fue también fiel a la enorme atrocidad de usurpar la vida de los demás. Las memorias dependen ahora del interés de los estudiantes, antes de que se ahoguen en El Río de Papel.
¿Quién era realmente Leonardo, el padre ficticio de Javier? ¿Quién era Javier para merecer saber el secreto? ¿Por qué Leonardo quiso que el secreto que guardaba fuera conocido por Javier y no fue él quien lo reveló? Preguntas que habrían sido trascendentes y claras si no se hubiera descubierto que El Río de Papel no era un secreto sino muchos secretos.


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Jorge Menoni

Escritor uruguayo residente en Amsterdam desde 1978. Estudió Literatura en La Universidad de Amsterdam. Ha escrito dos libros de poesía publicados en Holanda: El tiempo del Origen y Epilogo de sueño. Su primera novela El cementerio universal de los vivos se publicó en 1986. Su segunda novela El cazador de eternidades obtuvo el tercer premio en el concurso Nacional de Literatura de Uruguay, 2002. Escribió el libro de cuentos El primer día del mundo publicado en la Colección Escritores Salteños, Uruguay 2010. Escribió la Opera Latinoamericana Carlitos Sur que se representó en Holanda. Escribió y dirigió la película; Un lugar llamado ilusión y los cortometrajes ;El duende del Rio Amstel , El pueblo de la última carta, Una misteriosa ventana, El pozo del alma,
Genesis , Un Quijote Moderno , Prohibído , El jardin del tiempo y 5 para la medianoche.
Director de la Revista Amsterdam Sur.