Robert Lemm

EL ANTAGONISTA
(Guión cinematográfico)

 

In time you shall see the other approach you

In the shape of your own image in the mirror;

Or you shall sit alone by your own hearth,

And suddenly the chair by you shall hold a guest,

And you shall know that guest,

And read the authentic message of his eyes.

Edgar Lee Masters Martin Buber

 

(Was ist der Mensch?, 1938) escribe que vivir es penetrar en unaextraña

habitación del espíritu, cuyo piso es el tablero en el que jugamos un juego

inevitable y desconocido contra un adversario cambiante y a veces espantoso.

J.L.B.

 

. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma.

El otro

 

Primera Escena

Al lado del río Amstel, en un banco, mirando al agua y a los barcos que pasan medita un hombre de avanzada edad. Se llama Luis.

Luis:

-Yo que he sido tantos hombres en mis sueños, nunca me encontré con aquel que me iba a pedir cuentas. Lo sigo esperando.

Se le acerca un chico que se sienta a su lado.

Chico:

-¡Cuánto me gustaría tomar un baño en este agua!

Luis:

-Bueno, ¿quién te lo impide?

Chico:

-Nadie. Pero no sé nadar.

Luis: (como meditando):

-Nadie mete sus pies dos veces en el mismo río.

Chico:

-¿Qué dice? ¡Es el mismo Amstel de siempre!

Luis:

-Sí, pero el agua que corre por su cauce no es la misma que corrió ayer, ni la que correrá mañana.

Se acerca una mujer que resulta ser la madre del chico.

Mujer:

-Ven acá, Georgie, no hables con desconocidos.


Y se lleva a Georgie.

 

Segunda Escena

Habitación donde un hombre de mediana edad está escribiendo, mientras hojea por unos libros en su mesa de trabajo. Se llama Ernesto.

Ernesto:

-Estas páginas están llenas de agudezas y trampas,…de espejos, laberintos, personajes descarnados, de referencias a autores imaginarios. Total, ¿para qué?

Entra la mujer de Ernesto, Alicia.

Alicia:

-¿Cuándo terminas? No olvides que te esperan a las 11 de la noche para la entrevista.

Ernesto (sigue hablando consigo mismo):

-No entiendo a qué debe tanto prestigio. Admito que es un gran representante del idioma. Su valor literario es indiscutible. Pero me molestan sus ensayos y cuentos. ¿Qué tienen que ver con la realidad? Son especulaciones pseudofilosóficas nomás, que deslumbran a los esnobs.

Y Ernesto sigue escribiendo frenéticamente para terminar su reseña.

 

Escena Tercera

Estamos en un bar. Es ya de noche. Luis está tomando café en el mostrador. Entra un hombre de unos 30 años con una vendaja alrededor de su cabeza. El barman lo saluda efusivamente.

Barman:

-Hola, Alfredo. ¡Qué alivio verte sano y salvo después del susto mortal que recibimos anteayer.

Alfredo no dice nada y toma asiento en el taburete al lado de Luis.

Alfredo:

- (dirigiéndosea Luis)Con su permiso. (Y al Barman): un doble ginebra, y otro para el señor (apuntando a Luis).

Luis:

-Gracias, pero me quedo con el café.

Alfredo:

-Como quiera.

Barman:

-¿Cómo te sientes ahora,

Alfredo?

¿Ya te estás recuperando?

Alfredo:

-Más o menos. Aún respiro, eso es lo que importa. Lo mismo hubiera acabado conmigo aquel malvado. Al apuntar la pistola a mi cabeza se me cruzó por la mente que mi vivir iba a terminar. Pero por algo, Dios lo sabe, la bala sólo me rozó el sien izquierdo, dejándo una herida peligrosa eso sí, pero no mortal. En el hospital me aseguraron que por un pelo me escapé.

Barman:

-¿Quién era el tirador? ¿Y por qué te agredió?

Alfredo se calla.

Luis (curioso, lo invita a sentarse en una mesa alejada del mostrador. Alfredo consiente. Cuando están sentados..):
-Como no me conoce, y nunca me ha visto, me gustaría que me contase lo que le pasó. Soy escritor y casos como el de Ud. me ocupan.

Alfredo:

-Lo último que busco es la publicidad.

Luis:

-Ah, pero yo nunca uso nombres verdaderos. Los pormenores, los lugares, el tiempo los invento yo. Lo que se le ocurrió a Ud. pudo haberse dado en otro pais. Los meros hechos y destinos son para mí lo esencial, y menos importa donde se desarrollen…. A Ud. lo quisieron asesinar. ¿Por qué?

Alfredo:

-Bah…, cuestión de negocios nomás. Debo dinero a un sindicato de narcotraficantes. Solicité una prórroga. Pues antes necesito cumplir con mi suegro, a quien también le debo… Sin embargo, el tipo aquel se impacienta…, eso es todo…

continuan hablando

 

Escena Cuarta

Vemos una sala pequeña. Sobre una mesa un jarro con agua y dos vasos. Frente a frente están sentados Luis y Ernesto. Delante de cada uno hay un micrófono. Entre los dos figura una mediadora. Son las 11 de la noche. Se trata de una emisión de radio.

Mediadora:

-Buenas noches, estimados radioyentes. Tenemos el honor de presentarles a dos pensadores que todos conocen, y por eso sobran sus nombres. Lo mejor sería que ustedes van adivinando quién es cada cual a base de sus argumentos. Vamos a empezar con el que está a mi lado izquierdo. (le da la palabra a Ernesto)

Ernesto:

-Nací en un pueblo. En la ciudad me afilié al movimiento marxista que tan pronto iba a abandonar en cuanto me enteré de los crímenes que cometían. Ahora abogo por un socialismo con libertad. Hay que respetar a la persona sin excluir los derechos de la comunidad. Siempre me gustó el pueblo, la gente humilde.

Mediadora:

-Paramos aquí, y veremos quien es el otro. (y le da la palabra a Luis)

Luis:

-Yo siempre he vivido en la ciudad, rodeado de libros. Sus autores, muertos en su mayoría, son como mis interlocutores. Y también me inspiran a escribir. Mis lectores me toman por original, pero en realidad revisto las ideas e imaginaciones de otros con palabras diferentes y pormenores inesperados. Hay quienes me acusan de poner vino añejo en sacos nuevos. Alegan que vivo alejado de la realidad. Pero ¿qué es la realidad?

Ernesto:

-Para mi son los ambientes, político y sociales. Me sirven para mis novelas. La índole psicológica del protagonista y los personajes principales, sus vicisitudes, su mundo interior, lo que sienten, sus angustias, deseos, premoniciones y frustraciones, en fin, los hombres y mujeres que cruzan las calles en camino a sus tareas de cada día. Y sin descartar los movimientos de emancipación que distinguen a la gente en la actualidad.

Luis:

-Bueno, la actualidad, los periódicos, los gobiernos, los deportes…¿es eso la realidad? Mejor es reflexionar sobre lo que se repite. Las situaciones cambian, pero el hombre es esencialmente el mismo. Se aventura, alcanza su fin, o no. El carácter forma la trama, o al revés: la trama forma el carácter. La muerte puede ser su sino. Hoy precisamente, hace pocas horas, hablé con un criminal que acaba de evadir su ejecución por la mano de otro criminal. Pero adivinamos que su muerte ya está prefijada. La historia es simple y ejemplar.

Ernesto:

-Yo me he propuesto cosas grandes. El destino de la humanidad, el amor, la muerte. El mundo no es un jardin perfecto, es más bien un baldío, o una selva. Mas no hay que abandonar la esperanza. El sueño y la utopía son los que nos hacen vivir.

Luis:

-El mundo desgraciademente no es mejorable. Desde que Caín mató a su hermano la humanidad sufre de guerras interminables. Solo el individuo puede mejorar y salvarse. De ahí que me preocupan los pasos de personas fuera de serie, o los acontecimientos extraordinarios que le pueden sobrevenir a cualquier hombre. Tu masa de oprimidos, señor Ernesto, no es más que una abstracción. Sólo los individuos existen, si es que alguien exista.

Mediadora:

-Dirijamos el diálogo hacia un tema compartido: el Quijote. Pues sabemos que las andanzas del caballero les conmueven a ambos ustedes. Dándole la palabra a Ernesto

Ernesto:

-El Quijote es un conjunto de aventuras. Una de ellas es el episodio de la Baratería, la isla donde Sancho se esfuerza por ejercer la gobernación con justicia. Y hay que tener en cuenta que Sancho, en la Segunda Parte, ya se ha quijotizado bastante. En esta aventura su amo no actúa. La utopía fracasa. La causa radica en la Corte de los Duques. Para burlarse del escudero le han levantado esta isla, para ridiculizar los ideales del caballero andante. Los duques personifican la vanidad y el cinismo. Son la corrupción que plaga los gobiernos actuales.

Luis:

-Sí, claro. El Estado es un mal por definición. Por eso no condeno a los forajidos a quienes persiguen las autoridades. Don Quijote tampoco lo hace, como consta del episodio del bandido Roque Guinart. He notado que en ciertos paises desarrollados del Occidente, naciones que se creen guías para las demás, opinan que el gobierno es un bien que les garantiza a los ciudadanos la seguridad, protegiéndolos de la criminalidad. Me temo que es una ilusión. Y Don Quijote bien lo sabe cuando al final admite haberse curado del mundo…. Puesto que el mundo es incurable.

Ernesto:

-El arte es la única salvación en medio de la crisis del hombre moderno. Y el escritor tiene que mantenerse lejos del gobierno. Pero sin ignorar la condición humana. Yo soy duro con los duros.

Mediadora:

-¿Qué quiere dccir?

Ernesto:

-Es que no estoy de acuerdo con cierta literatura. Me opongo al otro, al que está a su derecha. Él vive en una torre de marfil. Yo en cambio, me comprometo con el hombre y su circunstancia. Y sigo soñando, en tanto que pienso que no ver más este mundo no puede entristecer a uno. Sabremos que hemos muerto cuando comprobamos que el espejo ya no nos refleja.

Mediadora (dando la palabra a Luis):

-¿Y qué dice el otro?

Luis:

-No me doy por aludido. Me comprometo con el hombre tanto como él, salvo que no comparto lo de la “circunstancia psicológica y social”. No busco bulto, público, sino lectores dispersos que sigan la forma escuética de mis ficciones y me perdonen mis errores. La fama es algo huero, ya que es consecuencia de no comprender lo que se admira y repetir livianamente lo que dicen otros.

Mediadora:

-Bueno, estas palabras me parecen las más adecuadas para terminar nuestro programa de esta noche. Les agradezco a nuestros radioyentes por su atención y volveremos con ustedes la semana que viene, a la misma hora.

Se termina con una música.

 

Escena Quinta

Estamos otra vez a la vera del río Amstel. Es de día. En el banco sigue meditando Luis. Entre sus manos descansa el libro de Edgar Lee Masters, “Spoon River Anthology”.

Luis (hablando en voz baja al río):

-En este libro, que es una colección de más de doscientos cuarenta y tantos epitafios en verso, se junta la humanidad entera. Escuchamos las voces variadas de todas las índoles y condiciones imaginables: el homicida condenado siendo chivo expiatorio para el poderoso, el banquero hipócritamente religioso, el juez injusto, el marido maltratado, la esposa infiel, el advenedizo, el liberal anarquista, la seductora arribista, el joven inocente, el inmigrante, la madre abnegada, la hija de la Revolución, el jugador, el seductor de mujeres, el inventor, el periodista, el político corrupto, el rico infeliz, el desheredado, el altruista y el oportunista, el vitalista y el vidente…en fin, enumerarlos a todos es imposible. Basta saber que no podemos imaginarnos un tipo o carácter que no figure en esta colección admirable. La he releído muchas veces, y nunca la mencioné en mis escritos.

Se acerca el chico de la Primera Escena llamado Georgie.

Georgie (sentándose al lado de Luis):

-Y usted que ha sido tantos hombres en sus sueños, ¿Cómo pudo soñarlos sin remitir a la fuente?

Luis:

-Tienes razón. Pero la fuente se esconde en mi parábola de ese libro anhelado y buscado que incluye todos los libros. Sé que mi obra no puede salvarme, y por eso espero que me olviden. Me adentraba en vidas ajenas para no tener que pensar en la mía. Inventé historias para distraerme de mi propia biografía que es insignificante y no me gusta.

Georgie:

-¿Se acuerda de mi?

Luis:

-Sí, cómo no. Sé quien eres. Eres el que fui, en la época feliz, en la casa grande con el jardín donde jugaba con los enanos que vivían entre las plantas, muy lejos de los adultos.

Georgie:

-¿Y recuerda a ese hombrecito que le abrió los ojos para el mundo fuera del jardín ?

Luis:

-Por supuesto. Se llama Kim. Me introdujo en la ciencia, y así también en la existencia de la muerte. Aprendí de él que el conocimiento es un camino que tenemos que seguir hasta el final. Sólo entonces descubriremos cuál es la condición humana.., ya que somos voces de una misma penuria.

Georgie:

-El conocimiento nos hace perder la inocencia. De ahí que soñamos con paraísos perdidos

. Luis:

-Y no con paraísos futuros. Que es precisamente el problema de mi contrincante. Porque él cree que desengañarse respecto a un futuro mejor equivale a una especie de traición. De eso me inculpa con su juicio de que yo viva en una torre de marfil. Mis sueños no tienen nada que ver con utopías, son muy diferentes de los suyos y de otros parecidos. Pero al despertarse esos ilusos corren peligro de caer en la tristeza o una depresividad que puede dar al suicidio, verdadero o espiritual.

Georgie:

-¿Y Luis? ¿Cuál es su resorte moral?

Luis:

-Resignarme a desaparecer del todo. Aunque algo en mi siga pensando en la otra vida. Pero qué más da. Y por lo demás - a propósito de eso del “hombre y su circunstancia” invocado por mi antagonista -, les consuelo a mis prójimos con la idea de que si el universo fuera un laberinto estaremos a salvo. Porque el laberinto tiene una salida, y entonces vale la pena seguir buscando.

 

 

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Robert Lemm
Robert Lemm es un ensayista e hispanista holandés. Además de numerosos ensayos sobre escritores de idioma español, se le debe una biografía de Borges ( traducida al español con el título de “Borges como filósofo” ); una “Historia de los jesuitas”; una “Historia de España”; una “Historia de la Inquisición española”. Otros ensayos sobre Léon Bloy, Juan Pablo II, Benedicto XVI, así como dos obras sobre “La Señora de Todos los Pueblos” y las apariciones mariales de Amsterdam. También ha realizado una importante obra de traductor: Octavio Paz; Pablo Neruda; Alejo Carpentier; Jorge Luis Borges; Luis de León; san Juan de la Cruz; Miguel de Unamuno; Leopoldo Marechal; Juan Donoso Cortés; Nicolás Gómez Dávila. Otros autores traducidos por él son: Joseph de Maistre, Léon Bloy, Giovanni Papini y René Girard.