CuentosFernando Silva
UN PASADO ESCONDIDO Manuel sabía, que en alguna oportunidad, en su casa se había hablado de un facón hecho con la hoja de una bayoneta y el mango de guayabo que había pertenecido a un antepasado suyo. Nadie tenía una idea clara qué había sido de él.Una tía muy anciana y de excelente memoria, le contaba historias de cuando su padre había luchado en las guerras contra el Brasil, aunque nunca se había escrito nada al respecto. Dentro de un viejo ropero un cofre de madera le llamaba la atención. Manuel resolvió revisarlo a la hora de la siesta. Su tía dormía alrededor de dos horas todos los días. El pensó que ese tiempo bastaría para conocer su contenido. Cuando lo abrió, junto a varias reliquias estaba el cuchillo de la historia con su vaina. El mango de madera, gastado por su uso, era de un color indefinido. Lo tomó entre sus manos. Algo extraño comenzó a sucederle. De pronto se encontró recorriendo un campo sobre el que yacían varios cuerpos, la mayoría muertos. Sintió que debía cumplir una orden: despenar a los heridos y agonizantes pues no se tomarían prisioneros. Así lo fue haciendo. El cuchillo se clavaba en el cuello de la víctima y con un movimiento rápido lo degollaba. Se despertó de lo que le había parecido un sueño. Su mano crispada apretaba el mango con gran fuerza haciendo movimientos ya realizados pero al aire. Rápidamente puso todo en su lugar y salió horrorizado de la habitación. Pasaron los años. El tiempo se llevó a su tía y el cuchillo volvió a sus manos, empuñándolo con gran fuerza para otra guerra. MUSICA DESDE LA ETERNIDAD Hacía mucho tiempo que no visitaba esa ciudad, mi ciudad. Lugares conocidos, otros cambiados. Es lógico, el tiempo corre el telón y muchas veces lo que vemos en escena no es lo que esperábamos.Así llegué a la que había sido la casa de mi infancia y adolescencia. ¡Cómo el tiempo cambia las cosas! O mejor dicho ¡cómo la mente de las personas las mejora o empeora! Pero no era la misma, mantenía algo que para quien las vivió las reconoce. El cartel colgado en el portón “SE VENDE - TRATAR EN…” me facilitó las cosas… Como probable comprador me fui a la inmobiliaria. Luego de hablar con la encargada, conseguí que alguien me acompañara a visitarla. Al día siguiente y a la hora estipulada, María Esther, una administrativa, me acompañó. Conversamos del precio, me puso al tanto de las muy buenas comodidades. Planta baja recibidor, dos habitaciones aptas para escritorio, un living comedor grande, cocina muy amplia, comedor diario, fondo y en la planta alta tres dormitorios y dos baños ¿Dos baños? Yo me acordaba de uno solo, pero…Bueno, ya vería. Entramos. Las explicaciones eran exactas, pero no era mi casa, la habían cambiado lo que me causó mucha tristeza. Después de todo, quien en su momento la compró, tenía derecho a hacerlo. Con el pretexto de tomar algunas medidas, le pedí a María Esther que me permitiera permanecer un rato realizando esa tarea y que ella volviera al final del horario de oficina. La soledad es buena para poner en orden los recuerdos. Me vi jugando en el fondo con mis hermanos o haciendo mis deberes en el escritorio mientras mi padre corregía escritos liceales. Fue en ese momento que algo me despertó de mi ensoñación: un piano. Su sonido partía del cuarto de música, habitación tan querida por mi madre. Entré. Todo era música. Desde las paredes al techo. Schumann comandaba. Algo hizo que quedara como hipnotizado. Conocía muy bien ese concierto. En otro tiempo lo había escuchado. Me producía un estado de ánimo muy particular causándome una emoción enorme. Cuando llegó María Esther a buscarme no se explicaba qué estaba haciendo yo con mis ojos cerrados y mis pies marcando el compás de algo que ella no podía escuchar.
Fernando Silva Nació en Salto, Uruguay, estudió en el Colegio Sagrada Familia y en el IPOLL (Instituto Politécnico Osimani y Llerena. Concursó y obtuvo su puesto en el BROU (Bco. de la Rpca. Oriental del Uruguay) donde realizó su carrera de la que se jubiló hace unos años. Hijo de Profesores y perteneciente a una familia de referentes culturales salteños, tuvo trato frecuente con Enrique Amorim, Leandro y Adolfo Silva Delgado, Esther Haedo de Amorim y naturalmente, con su madre Berta Silva Delgado de Silva, quien reunía en su casa del Balneario Las Flores a prestigiosos artistas e intelectuales como el pintor Carmelo de Arzadun, el musicólogo Casto Canel y su esposa Queta Espínola, hermana del gran Paco quien supo concurrir a alguna tertulia, José Pedro Díaz, Amanda Berenguer, Jesualdo Sosa entre otros, lo que le permitió desde su infancia beber en las fuentes de estos creadores. Ha realizado y actualmente concurre a los Talleres que imparte el multipremiado escritor uruguayo Rafael Courtoise. Ha publicado “Los Pasos y sus Ecos (cuentos, 2013) Integra las Antologías: Letras Americanas, Volumen II (2013) y Letras Americanas Volumen III (2014) Participó desde el 2009 a la fecha, en los Encuentros Internacionales de las Dos Orillas, evento anual que se realiza en Punta del Este y en el 1er., 2do. y 3er. Congreso de Literatura que se realizan junto al Encuentro. Ha sido integrante de varias Mesas de Lectura en ésos y otros eventos como los Programas de Verano “Soltando Amarras” en Punta del Este y en la Feria del Libro de Maldonado donde presentara su libro. Su cuento: “El sustituto” obtuvo la Primera Mención en el Concurso de Relatos cortos de AUDE (Asociación Uruguaya de Escritores) diciembre, 2014. |