Isabel Roby

 

1. La tierra está mojada aunque no llueva

Hay un palacio que perdura en la sombra
el huésped infinito de un bosque fúnebre.

Zapatos rotos a la entrada.

El tiempo no mueve
lo que la muerte ha dejado intacto.

Una mañana un fuego arrasó el bosque
quemando entero un pasado siniestro
y lleno de secretos fútiles.

Palacio condenado a la eterna soledad
de las ramas.

Rugen los pequeños dolores
y yo me asomo al agua con los pies

niña ahogada ya crecida

tu alma ha muerto,
tu cuerpo ha de seguirle.

¿Cómo acordarse de lo que ya no está?

2. ¿Qué importa ser vencida?


Después de mí
seguirá la poesía
vendrá el olvido
y se esparcirán cenizas rojas.
La carne seguirá siendo sabia
adivinando correctamente
a quien se entrega.
Los pájaros caerán muertos del cielo
y tú seguirás escarbando
ternura e inocencia
en los rincones fríos
de tu palacio impuro.
Gritarán obscenidades en mis tumbas,
- ellos,
que nada fueron para mí-
y en las cuencas vacías de mis ojos
te verás reflejado
y tendrás hambre y tendrás sed
y sabrás apartarte
cuando la noche densa caiga sobre ti
entonces
me habrás sobrevivido,
y habrás ganado.
No será al último día
sino al final de todo
que me preguntaré:
¿Qué importa ser vencida?

 

3. Todo lo que ahora somos

“La rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.”
-Alejandra Pizarnik

Hubo un ejército de mujeres desnudas
que en plena invasión soviética
ocuparon una habitación de espejos
para admirar sus cuerpos.
Una imagen implacable y terrible
que mezclaba tanques militares
en las ventanillas
y clítoris erectos en los reflejos.
En el 68 Praga pulverizaba su mirada con rosas,
la rebelión la escribía Alejandra en el 62.
Allí se convencieron que el amor sin violencia
no era posible
y aprendieron a amarse con rabia
y prometieron no subyugarse a ningún amor sobrio.
Se cortaron el cordón de la esperanza
sabían que la maldad se contagiaba pronto
y que poco de lo que contemplaban
sobreviviría el pasar del tiempo;
en sus pubis enredaron promesas
que estaban destinadas a no ser.
Anárquicas como el poder
se concedieron la crueldad de la pureza,
mezclaron sus salivas y sus lenguas
y en cuclillas ensuciaron sus espíritus
esperando una libertad que tardaría
años en nacer.
Juraron no perder la memoria
pues a su colección de muertes
no podía sumarse el olvido.
Y en la jaula creció un pájaro
al sonido de las botas y fusiles
dispuesto a ofrecer compasión
y sufrimiento
en las mismas cantidades.
Años más tarde
los fantasmas deambulan por la casa
y en sus risas rechazan todo lo que ahora somos:
no fue el olvido sino la nostalgia
lo que nos llevó a morir de nuevo.

 

4. Aquí yace una bestia

Tengo miedo del mar en las noches
J’ai peur de la mer dans la nuit.
El mar trae a la muerte con sus olas
y yo estoy sentada en la orilla.
Los pájaros duermen
y un hombre solitario se ríe al pasar
él será mi futuro asesino, aunque no lo sepa aún.
Detrás de mi : la ciudad está llena de luces y ruidos.
Los recuerdos han cortado mi piel.
Espero, porque esperar se ha convertido en el símbolo
de mi yo arrepentido.
Pienso en nosotros en aquella mesa
comiendo una pizza y tomando cervezas
‘¿tus padres fumaban?’- Me preguntaste
Te dije que no y agregué ‘hubo muchas cosas que mis padres no hicieron,
ser felices por ejemplo.’
Mi madre y su locura
mi padre y su ruidosa soledad
y yo: el resultado de ese absurdo.
El agua fría toca mis pies
la muerte ha tenido un rol en estas aguas,
no debería tener miedo, nada puede ser peor que yo.
Nos recuerdo a los dos caminando en la arena
el día estaba fresco, el sol parecía darme esperanzas
y aunque el amor daba miedo
el futuro parecía una opción
y tu sonrisa justificaba el esfuerzo.
Estuve destinada a ser amada
pero me convertí en un monstruo.
Recluída, ensimismada, asustada
reina autoproclamada
para justificar mi tiranía
- una corona para una bestia -
tanto sufrimiento está destinado a acabar
el auto-desprecio es incontenible.
La noche parece más oscura ahora,
también el agua.
Recuerdo aquel día
en el que cansados de esperar  la cordura
fuimos a una tienda esóterica;
compré una pluma y salvia blanca
para quemar sobre una concha marina.
Puse mis esperanzas en los cuatro elementos
y me limpié el cuerpo con el humo.
Tú me acompañaste, poniendo todas tus
energías en mi recuperación.
Abrimos las ventanas y le exigimos
a la locura que se fuera
lloré, desnuda, oliendo a humo
y tú me abrazaste entendiendo mi dolor
y llorando también.
La locura me dio libertad
pero demandó el más alto de los precios:
‘Tú has de ser libre,
pero habrás de sentir la total ausencia de felicidad.’
Insensible, he venido a esta orilla.
‘La eternidad y un día’
me dijiste medio despierto
mientra yo me ponía unas calcetas
‘un hermoso título’ dijiste,
yo pensé lo mismo…
El agua refleja lo que refleja el espejo:
mi desnudez fría y desalmada, mis labios silenciosos, mi terca y sobria enfermedad.
No es el cielo y su oscuro olvido;
no es la encapotada oscuridad, ni el olor de la sal fría en la brisa.
Es la promesa de continuidad en el amanecer.
J’ai peur de la mer dans la nuit
la mer apporte la mort avec les vagues.
Y sé que no quiero ser un muerto : sino su significado.

 

5. Lo que no se escribe no existe

Lo que no se escribe no existe. Lo que no se mata tampoco. Ya lo ves, ni tú ni yo hemos muerto, teniendo la muerte a nuestro alcance, ¿qué clase de decisiones hemos tomado? ¿en qué hemos perdido el tiempo? Hay una jaula en el lenguaje que no se abre para dejarme entrar, que no entiende de sacrificios personales y aborrece la estafa. Esa jaula no se abre para nosotros los impostores, no- se-abre. No hay nada que arreglar, ni hay nada que romper y ese es el peor de los limbos, de allí no se puede desaparecer, ¿qué clase de prisión hemos escogido? L’arrêt de mort. Por una vez seré vida y créeme, no querrás recordarlo.
Hay que agotar la existencia para poder escribir una sola línea que valga la pena. Una vida entera por una línea, un trueque justo y sensato. Hay un espacio en el lenguaje que no entiende de tiempos, pronunciamos las palabras muy temprano o demasiado tarde y allí se quedan sin poder existir por excesiva rapidez o lentitud, ambos extremos son consecuencias de la dinámica humana, quisiera poder nombrar algo que no dañemos, pero tan solo al nombrarlo ya estoy dañando otras cosas.
Es fácil imaginar un final, lo dificil se encuentra en otras cosas: en la biblioteca de un muerto, en los cajones de un muerto, en la ropa de un muerto.
Yo quisiera separarme como lo hace el lenguaje de su autor, transformarme en aquello que me escribo. Si escribo pájaro, me convierto en pájaro y vuelo; si escribo amor ¿aprendo a amar?
Ayer soñé que había muerto e incluso al morir estuve ausente.

13Isabel Roby.

Isabel Carlota Roby

Venezolana/americana. Vive en Ámsterdam. Terminó dos Master’s en Derecho Internacional y Crímenes Internacionales en la Universidad de Ámsterdam.
Trabaja en la Corte Penal Internacional en La Haya. En su otra vida planea ser gato.