Tres relámpagos

Jan De Jager


Seleccionados especialmente para el aniversario de Amsterdam sur.
Del primer volumen de los Relámpagos, publicado por
Viajera Editorial, Buenos Aires, agosto de 2014.



A la manera de Lucilio, "Antología Palatina"

Refacción de nariz,  botox en todas las arrugas,

            achicar orejas, levantar lolas y cola,

liposucción, personal trainer,

spa, largas sesiones de masaje

dietas tinturas pelucas maquillaje


miles de sestercios en vestidos y zapatos

clases de modales y de porte noble


Decí ¿no te saldría más barato

contratar una doble?



Las dos carátulas

En el año 2010 murió Harry Mulisch, a los 84 años de edad. Escritor holandés de madre judía y padre banquero de los nazis, cuando le preguntaron por qué en su obra volvía una y otra vez al tema de la Segunda Guerra Mundial, respondió: ‘¿No se da cuenta? Yo soy la Segunda Guerra Mundial.’


Casi cincuenta años antes, en 1961, Mulisch fue enviado a Israel por la revista holandesa Elsevier para realizar la cobertura del juicio a Adolf Eichmann, el implementador de las masacres sistemáticas realizadas por el Tercer Reich. Las notas que aparecieron en esa revista fueron recopiladas en el libro El caso 40/61, el número de expediente del caso Eichmann. De ese libro traduzco este capítulo:

26 – 3 – 1961

Antes de adentrarnos en la vida de Eichmann […] dedicaremos algún tiempo a compenetrarnos con su rostro.

Un sencillo truco nos puede ser de utilidad. La imagen 1 es una foto de Eichmann tomada el 8 de junio de 1960, poco después de su secuestro y traslado a Israel. Las imágenes 2 y 3 son retratos de hombres que nunca existieron y nunca existirán. Han sido creados cortando por la mitad verticalmente la foto de Eichmann, completando cada mitad con su imagen especular.

De buenas a primeras uno diría: he aquí al verdadero Eichmann, el de la imagen 3: la jeta deforme y atroz del asesino de masas. La imagen 2, por el contrario, se ve muy humana: un rostro tranquilo, ojos sinceros, un atisbo de sonrisa asoma a los labios. Pero estudiando ambas fotos más detenidamente, uno empieza a dudar de esta interpretación simplista. Y a estos fines deberemos considerar primero algunas correcciones técnicas.

La luz del retrato de Eichmann cae desde arriba a la izquierda y, a la derecha, desde atrás. En consecuencia, las sombras del lado derecho vuelven duplicadas en la imagen 3, donde la luz parece llegar principalmente desde atrás y arriba, con siniestros resultados. Además, el fondo se ha vuelto completamente negro. La imagen 2, por análogos motivos, se encuentra sumergida en una suerte de resplandor solar, contra un fondo luminoso.

El hecho de que la imagen 3 muestre una cabeza bastante más pequeña que la imagen 2, lleva nuestra atención hacia el lado derecho de la cabeza de Eichmann,

hundido y descoyuntado. Cuando el año pasado fue secuestrado en las calles de Buenos Aires por agentes israelíes, éstos lo llevaron a una casa en las afueras de la ciudad, donde lo desvistieron y 1º verificaron los distintivos de la SS en su axila izquierda (había una cicatriz donde él mismo había intentado obliterar a cuchillo el tatuaje), 2º le pusieron una gorra de la SS, tras lo cual cotejaron su imagen con una foto, 3º con la ayuda de radiografías antiguas constataron la presencia de fracturas de clavícula y cráneo (luego de lo cual pronunciaron sus primeras palabras: ‘Sie sind Adolf Eichmann’). Yo supongo que es esa vieja fractura craneana la que tanto achica la cabeza de la imagen 3. También la oreja más saliente y fea retorna duplicada. La boca torcida hacia la derecha, el ojo derecho hundido, todo salta a la vista despiadadamente.

Pero ahora la pregunta: ¿quién se parece más a Eichmann, la imagen 2 ó la 3? No me cabe ninguna duda de que se trata de la imagen 2. Y en ese caso surgirían dudas de que “2” sea el hombre y “3” la bestia. ¿Acaso los asesinos modernos tienen esos rostros espantosamente distorsionados? De pronto se me cruza un recuerdo:

en 1956 visité el campo de concentración de Buchenwald, cerca de Weimar. Las barracas apestadas de tifus habían sido incineradas poco después de la guerra, pero los edificios principales todavía estaban en pie: la entrada con el portón de hierro, en el cual grácilmente forjadas las palabras JEDEM DAS SEINE, a cada cual lo suyo, y las celdas de castigo, las instalaciones de tiro en la nuca (un habitáculo pintado de rojo, dentro del cual se “medía” a la gente: una vez acomodada la vara sobre la coronilla, la pistola que asomaba por una rendija de la pared apuntaba exactamente a la nuca, mientras los altoparlantes vomitaban música alegre para ahogar el ruido de los tiros), el sótano de hormigón con decenas de ganchos en las paredes, de los cuales unos prisioneros eran obligados a colgar a otros; los ángulos de piso y pared revocados de forma redondeada, para que no se estancara la sangre; un montacargas de hierro conducía directamente al crematorio. El guía del campo de concentración no me acompaña al entrar a ese sótano. Si bien ya lleva 11 años de guardián en el campo, se queda esperando afuera. Y ese hombre era casi idéntico a la imagen 3. Sólo que además tenía la nariz aplastada a puñetazos. Y este no era un ex-verdugo de campo de concentración, sino uno de sus prisioneros más veteranos: cuando fue fundado Buchenwald en 1938, lo internaron allí por comunista. Había presenciado todo.

Por eso creo que estaremos más cerca de la verdad, si en la imagen 3 reconocemos al testigo. La imagen 3 es el rostro que ve lo que hace el hombre de la imagen 2. La imagen 2 es el rostro liso, incompasivo, despiadado del asesino; la imagen 3 el rostro que mira, crispado de repugnancia. O dicho de otro modo: si la imagen 2 fuese Eichmann, entonces la imagen 3 es el rostro del mundo que presencia su actividad. Pero volviendo al auténtico rostro de Eichmann: la mitad derecha es la parte en la que sus acciones han dejado rastro; la parte izquierda es la parte que las ha perpetrado.

Si la imagen 2 hubiese sido el rostro de Eichmann, se lo podría haber ejecutado sumariamente en la Argentina, sin derecho a juicio. Pero dado que existe la otra parte de ese rostro, corporizada en la repugnancia dolorida de la imagen 3, no seré yo quien arroje la milésima piedra. Este es el misterioso rostro de un hombre, que en 1939 emitió la orden por la cual quienquiera profanase la tumba de Theodor Herzl, en Viena, sería pasible de graves sanciones. Herzl fue el fundador del Sionismo. En el aniversario treinta y cinco de su muerte, los judíos vieron estupefactos a una solitaria silueta, de civil, junto a la tumba. Era Eichmann.



Bodrios inmejorables

Imaginemos una novela que sea la perfecta parodia de una novela mal escrita. La trama exquisitamente previsible, insuperables clichés, los personajes magníficamente acartonados e inverosímiles, el estilo reduntante, machacativo, reiterativo.

Imaginemos ahora que cualquier novela pésima es en realidad una obra maestra de la parodia y la caricatura…

Jan de Jager

Nació en Buenos Aires. Vivió y estudió en la Argentina y en los Países Bajos. Es licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y ha realizado estudios de análisis del discurso y literatura neerlandesa en la Universidad de Amsterdam.
Se ha desempeñado como docente de idiomas, traductor independiente y profesor del traductorado de la Universidad de Buenos Aires.
Su obra literaria abarca los géneros de novela, cuento corto, poesía y teatro. Ha publicado Trío, Buenos Aires 1997; Juego de Copias, Buenos Aires 2002; y Casa de Cambio Vols. I, II, y III Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2004 /2007, Noticias del setenta y cinco, novela, 2009, Let u maar niet op de rommel, poesía en neerlandés, Ed. Blauwe Engle, Malinas, Relámpagos vol. 1, Viajera Editorial, 2014. Ha completado una nueva traducción al español de los Cantos de Ezra Pound, de los cuales se publicaron los primeros 30 por Eloísa Cartonera.