A 10 años de su muerte

Homenaje a Marosa di Giorgio

1932-2004

EL REINO ABSOLUTO DE LA POESÍA

Leonardo Garet

“Lo demás, es todavía, hoy y mañana, y no me importa”. (Final de la “Ficha” con que se inicia el libro Magnolia, Venezuela, Lírica Hispana, 1959.)

Todo lo que no está en los márgenes de la poesía, en el restringido espacio del libro y, a la vez, el infinito de sus sugerencias y de sus imponderables orígenes, no existe para Marosa di Giorgio, la voz poética más pura y necesaria de la poesía en lengua española en el siglo XX. “Lo demás, es todavía, hoy y mañana, y no me importa”, es decir me importa el pasado, lo que intento recuperar a la luz del entendimiento con mi poesía.

Marosa no dijo nunca con precisión su fecha de nacimiento y no vale la pena contradecirla. Ella es de hoy, está naciendo en todo momento que alguien tome un libro suyo, lea un poema y lo instale en el centro de su atención y preferencia.

Vivió en las chacras linderas de su padre Pedro di Giorgio y de su abuelo Eugenio Médici, en las afueras de la ciudad de Salto, calle Apolón casi Concordia, los primeros años de su vida que habrían de ser los determinantes de un imaginario mítico emparentado con el pensamiento místico y ocultista. Venían a la ciudad ocasionalmente en un carro –el maravilloso carro del padre-, Marosa y su hermana Nidia, hermanas de sangre y de espíritu. Juntas recorrieron las distintas etapas de la enseñanza, asistiendo a la Escuelas 13 -a escasos metros de su casa- y a la Escuela 8–a los cursos de quinto y sexto años- y después al liceo Osimani y Llerena.

Nada hubo más definitivo que aquellos años para quien tenía una memoria prodigiosa en la que se grabaron los seres del monte, sus pequeños gritos, las plantas y sus colores y aromas, los vientos y las sombras, los reflejos de la luna y el silencio de la noche. No se podría separar nunca de las liebres, los ratones, las mariposas, las vacas, los caballos, la uva y las botellas de licores, formando una dimensión propia junto a sus familiares y sus temores, las muñecas y las figuras inaprensibles que cruzaban fugaces entre los árboles.

Actúa en el conjunto de teatro experimental “Decir” formado por Nidia Arenas, argentina de nacimiento que vivió en Salto encendiendo la sagrada llama de Dionisos. Tal lo que puede ser, en apretada síntesis, lo que está afuera del libro.



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En 1953 se inicia la historia con la publicación de Poemas, humilde, pequeño y audaz, depurada poesía vestida de prosa. Tenía argumentos y personajes y no era narrativa según lo declaraba, desafiante, su título. Poemas vinculó a su autora con escritores del resto del país y de América y abrió el camino para que el segundo libro Visiones y poemas, fuera editado en Venezuela, en un sello editorial dedicado exclusivamente a la poesía: Lírica Hispana, dirigido por Conie Lobell y Jean Aristeguieta.

Desde la distribución de esta publicación la voz de Marosa se hizo reconocida por todos aquellos con oído para la poesía. Y después, Humo (1955), publicado por su autora en la ciudad argentina de Santa Fé, adonde había ido a pasar una temporada en la casa de sus familiares. Estos tres pequeños libros iniciales marcan la fisonomía completa de su obra.



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Después vendrá la confirmación, la penetración en los distintos ámbitos de la literatura uruguaya: crítica, sellos editoriales, premios, homenajes. El caudal se formará con los títulos Druida (1959), Historial de las violetas (1965) Magnolia (1965), hasta llegar a un hito que reúne los anteriores y suma La guerra de los huertos y Está en llamas el jardín natal y que se llama Los papeles salvajes (1971), recopilación que en adelante será una “flor de lis” de su autora. En este tomo los pequeños libros se potencian mutuamente, irradian el esplendor de un universo conformado con leyes propias y que oficiará como presentación en los más exigentes ámbitos literarios. En 1974 vuelve a publicar en Venezuela, esta vez se trata de Gladiolos de luz de luna; en 1979 ve la luz Clavel y tenebrario y en 1981 echa a correr La liebre de marzo. Se trata ya de la autora presente en antologías (Cien años de raros, de Ángel Rama, La novel poesía del Uruguay, de Alejandro Paternain, Narraciones de lo real y lo fantástico, de Antonio Beneyto, en Barcelona), y merecedora de premios literarios del Ministerio de Instrucción Pública y de la Intendencia Municipal de Montevideo, en diversas oportunidades. A ese prestigio se suman Mesa de esmeralda (1985), La falena (1987) y enseguida reediciones de Los papeles salvajes, 1989 y 1991. Otra importante veta estaba todavía por descubrirse: la de la narrativa. Y se adelantan, desafiantes: Misales (1993), Camino de las pedrerías (1997), Reina Amelia (1999) y Rosa mística (2003). Completan su blibliografía Diamelas a Clementina Medici (incluido en Los papeles salvajes, 2000, Tomo II), La flor de lis (2004) y un libro  todavía inédito: Pasajes de un memorial al abuelo toscano Eugenio Medici.                       



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“Lo demás, es todavía, y no me importa.” Es decir, no se ha convertido en literatura y por eso su desvalor. Hay que pensar en Kafka para encontrar un caso parecido de amor exclusivo, de reino absoluto. La poesía debería inundarlo todo y por eso no retaceó su esfuerzo por leer en todas las ocasiones posibles, para estar en las nacientes y fugaces publicaciones. A su deseo la favoreció la facilidad de viajar que se fue incrementando con el paso de los meses, por las cada vez más generosas invitaciones a visitar distintos países: Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, México, Colombia, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Israel, otros tantos escenarios de sus recitales.

Fue premiada y reconocida a nivel internacioal: Premio Fraternidad de la B´nai B’ rith, Premio La flor de Laura, de Italia, Premio del Festival de Medellín, Colombia, Invitada por la Casa del Escritor Extranjero,en Francia. ¿Quién que habla de poesía en español, puede ignorar hoy, a Marosa di Giorgio? Fue una ráfaga de mundos insólitos que recorrió hablando en castellano, llegó a España y después se tradujo al francés, al inglés, al portugués.



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Montevideo, como primero Salto, tuvo el privilegio de su presencia principesca, de cuento de hadas, de campesina vestida de fiesta.

Estamos a diez años de su muerte. Es mentira que quienes fuimos sus amigos podamos consolarnos de su ausencia con el recuerdo, o con la obra. Yo siento su ausencia como algo palpitante, que solo se intuye si se alcanza a entender que fue un ser superior que durante unos años, anduvo entre nosotros.


          FICHA


          Nací y vivo en Salto del Uruguay,

          una ciudad que queda cerca del agua y de la luna.

          Mi infancia está en los campos,

          los árboles, los demonios,

          los perros, el rocío;

          queda en medio del arvejal,

          y adentro de la casa;

          a veces, venía a visitarme el arco-iris,

          serio como un hombre,

          las larguísimas alas tocando el cielo.

          Mi infancia es la luna,

          patente como una rosa,

          y el grito de los muertos.

          Mis libros de poemas se llaman

          “Poemas”, “Humo”,

          “Druida”, “Magnolia”.

          Lo demás, es todavía, hoy y mañana,

          y no me importa.


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FICHA apareció en Magnolia

edición venezolana,

y no fue reeditado

en Los papeles salvajes

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          VISIONES

          I

          El sol, al morirse, termina un bosque de bronce

          Largas cigüeñas se inmovilizan en la ribera.

          Los niños negros vienen a buscar uvas a la isla


          Si: pero ésta no es hora de buscar uvas

          Los niños negros quieren romper el agua, y se abrillantan

          quieren ahuyentar a las cigüeñas; y se alucinan.


          Las cigüeñas son los ángeles de mi ribera


          El cielo es un magnolio y da la luna, morada y magnolia

          Los niños se trepan; no pueden deshojar la luna.

          Ay, que nunca podremos deshojar la luna.

          Sólo si tú volvieras.

          Sólo si se abriera la muerte y tu volvieras

          Sueño con tus manos.

          La noche me hace el sueño de tus manos.

          Tus manos que podrían deshojar la luna.

          A cada niño negro le darías un pétalo de luna.

          Y ellos se irían con un pétalo de la luna.

                   Nos quedaríamos en la isla.

          Tú y yo en la isla.

          Mi sueño de la isla

          Hasta que volaran de nuevo las cigüeñas

          Y te volvieras a tu muerte.

          y el sol empezara una vez más para mi, otro bosque de bronce.


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Visiones: Texto no reeditado

en Los papeles salvajes

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Leonardo Garet

Escritor uruguayo. Premio Nacional de Poesía (2000), Premio Fraternidad (2002), Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Letras. Autor de la Colección de Escritores Salteños, veinte tomos (Salto, 2003-2009), Obras Completas de Horacio Quiroga, cuatro tomos (2009). Sus últimas obras en narrativa son: 80 Noches un Sueño (Montevideo, Editorial Linardi y Risso, 2004) y El libro de los suicidas (Montevideo, Editorial Cruz del Sur, 2005) y en poesía son: El ojo en la piedra, Editorial Alción de Córdoba, Argentina (2009) y Celebraciones bilingüe italiano-español (Roma, Gatto Merlino, 2011).