Fugitivos


Juan Ramón Ortiz Galeano



La mujer se envuelve con sus brazos y cuenta en voz baja: "Uno, dos, tres, cuatro; la lluvia es la agasajadora del fugitivo, pero el barro es su perdición".

El hombre llega mojado a casa, trae un recipiente de vidrio rojizo en la mano izquierda, en el interior del mismo: un collar de madera.

El frasco es destapado y obsequiado es su contenido.

Pero lo más evidente en la actitud de un esclavo que ha cometido una grave falta, es el temor a flor de piel, la incalculable atención y la entrega físico espiritual absoluta, evidenciada en su mirada vibrante, desesperada, (¿fugitiva?); porte que exacerba el ya intrínseco enojo del amo, no que lo envalentona, como sucedería con un perro, sino que le otorga el justificativo que precisa para desatar toda su fiereza y crueldad contenida.

El collar está colgando del cuerpo desnudo de la muchacha, entre sus senos, seduciendo; entre sus pezones, endureciendo. Ella acomoda sus armas sobre la cama -que es ahora la guillotina-, y él la ama aferrado al amuleto, a su manera de pedir perdón. Pero es tarde: el metal es preciso y su espalda es perforada.

La mujer se levanta entre la sangre y camina, a paso lento, en dirección a un enorme espejo situado en la misma habitación (camina erguida pero visiblemente triste), se detiene frente al "reflejador" e intenta mantener el cuchillo dentro de la danza que -inconcientemente- ejecuta con sus dedos, danza que ejecuta para expulsar al miedo de su cuerpo, de su mente, para demostrar no temerle, pues: ¿quién bailaría aterrorizado? Pero pronto descubre que no puede engañarse a sí misma, y una lágrima surca su rígido pómulo derecho: ¿el arrepentimiento?, ¿la culpa?, ¿la angustia?, ¿el terror?; entonces, el puñal, que no se adapta a los quebradizos movimientos de los alocados bailarines, cae al piso, ensangrentado y rendido; dos sutiles sonidos son provocados por el impacto, ella baja su mirada para ver de qué se trata, y nota sobre el alfombrado, impresas en la sangre, huellas de pies desnudos que marcan el trayecto realizado entre la cama y el espejo; sorprendida alza su mirada y, escrutándola contra el espejo, descubre que se encuentra hermosa en el exacto momento en que el amanecer ilumina el cuarto.

[“Fugitivos”, cuento ganador del “Premio Igriega” -Sevilla, España- y publicado en la antología “Los Vicios Solitarios” - Junta de Andalucía, Consejería de la Presidencia, Depósito Legal: SE-4396-03, Sevilla, 2003]




Juan RamÓn Ortiz Galeano
Escritor argentino nacido en Buenos Aires (1975). Tiene estudios de Derecho.
*Premio “Igriega” de Relato Breve 2002 (Sevilla-España); *Premio “El Arte de Escribir” de Poesía 2009, Finalista (Barcelona-España); *Premio “Literarte” de Poesía 2010, Finalista (Buenos Aires-Argentina); *Premio “Latin Heritage Foundation” de Poesía 2011 (Washington-Estados Unidos); *Premio del Público “Poemas sin Rostro” 2011, Finalista (Murcia-España); *Premio “Flor de Poesía” 2011, Mención de Honor (Buenos Aires-Argentina); *Selección y Publicación “Carpe Diem” del Centro Poético 2011 (Madrid-España).


Publicado en las antologías impresas “Los Vicios Solitarios” (Ed. Junta de Andalucía, SE: 4396-03, Sevilla-España, 2003); “Más que palabras” (Ed. Bubok, Barcelona-España, 2009); “Una isla en la isla” (Ed. Latin Heritage Foundation, ISBN 10: 0983245002 / ISBN 13: 978-0983245001, Washington-Estados Unidos, 2011); “Poemas Inolvidables” (Ed. Latin Heritage Foundation, ISBN-10:0983245045 / ISBN-13:978-0983245049, Washington-Estados Unidos, 2011); “Carpe Diem” (Ediciones del Centro Poético, ISBN 978-84-937336-8-1, Madrid-España, 2011). Es de próxima aparición su poemario “De la Patria Sangrante y la Aldea Enloquecida”

www.juanramonortizgaleano.blogspot.com