Don Quijote cabalga por el cine

Robert Lemm


Martín de Riquer dice: “El Quijote carece de tramado novelesco. Su asunto se expone en muy pocas palabras: un hidalgo aficionado a los libros de caballerías se vuelve loco, le da por creer que es un caballero andante y sale tres veces de su aldea en busca de aventuras, que son auténticas locuras; hasta que, obligado a su casa, enferma, recobra el juicio y muere cristianamente”.


En EL QUIJOTE Y EL CINE (Cátedra, Madrid 2005) Ferran Herranz observa: "¿Por qué en términos generales el cine se ha empeñado en plasmar a don Quijote como un benévolo idealista y no como un personaje con el que (y de quién) reírse? Con la excepción de algunas obras del cine mudo, pocas adaptaciones del Quijote se ubican plenamente en el género de la comedia."


          Es así. En casi todas las adaptaciones que van desde  1902 a 1932, predomina un Quijote que despierta la risa. Es como si estas tres décadas repitieran los doscientos cincuenta años que van desde  1605 a 1860 en la literatura. Porque los lectores de los siglos XVII, XVIII y la primera mitad del XIX veían en el Caballero de la Triste Figura sobre todo lo cómico. Es sólo a finales del XIX en la literatura, y a partir de los años cuarenta en el cine, que se va destacando no sólo el idealista benévolo, sino también el héroe trágico.


            Durante las tres primeras décadas del siglo XX presenciamos las producciones mudas en blanco y negro, predominantemente de procedencia francesa e inglesa. Son breves, de veinte a cuarenta minutos. En ellas se nos presenta un Don Quijote tipo payaso, bufón y bailarín dentro de un ambiente algo vodevil, con decorados de carton-piedra que no se preocupan por sugerir la realidad del paisaje manchego. ‘La cinematografia italiana, con cinco títulos quijotescos entre 1911 y 1918, se distancia un tanto de las lineas argumentales de la novela y es pionera en la utilización del nombre del caballero con finalidad alegórica’, según dice Herranz (op. cit.). Dos filmes más serios concluyen esta primera fase, la de las payasadas, en la cabalgata de Don Quijote por el cine: el danés de Lau Lauritzen y el británico de Georg Wilhelm Pabst, de 1926 y 1932 respectivamente. El primero aún mudo, el otro ya hablado, blanco y negro los dos. Ambos también largometrajes legítimos. La novedad de Lauritzen consiste en haber rodado en localidades auténticas, en la misma España, entre castillos y sierras verdaderas. Menos feliz es el espacio que ha cedido a  novelas intercaladas que son prescindibles. La película de Pabst, con fondo de ópera y teatro, exhibe un Quijote cantando que acaba con el incendio de los libros, hecho que quiere ser una clara referencia a los acontecimientos en la Alemania de principios de los años treinta. ‘Debemos remitirnos al estreno de la ópera Don Quichotte de Jules Massenet, en 1910, para delimitar el origen del film (con tanto cante) de Pabst (1932-1933). La quema de libros del final de la narración (con las hogueras de la Alemania nazi) debe justificar la presencia de la Inquisición en su versión del Quijote tan cuestionada por Fernández Cuenca (falangista)’, escribe Herranz. Otra producción, que también termina con el incendio de los libros – que en la novela de Cervantes tiene lugar al principio – es la americana de dibujos animados de Iwerks del año 1934. Por lo demás, se trata de una adaptación muy libre, de talante surrealista.


          Aparte de los largometrajes y los dibujos animados, tenemos los documentales. La primera española, y muy hermosa, es  "La ruta de Don Quijote" de Ramón Biadiu, del año 1934. Veinte minutos en blanco y negro con textos, dibujos y música. El primer largometraje hablado de director español es de 1939, pero hay que esperar diez años más para una primera ola de cine español. Entre 1947 y 1950 se realizan una "Dulcinea", un documental sobre "La España de Don Quijote" en cinco entregas, un "Lugares de Don Quijote" con Argamasilla de Alba y un "Don Quijote de la Mancha" de Rafael Gil. Sólo la última merece alguna mención. Se trata de una versión grandilocuente para  un público amplio, con música de orchestra que sigue fiel al orden de las aventuras tal como las leemos en la novela cervantina. Herranz (op.cit.) concluye: ‘España no realizó “su” versión hasta 1947, impulsada por las celebraciones del IV Centenario del nacimiento de Cervantes. Salvo en la versión de Don Quijote de Rafael Gil, no ha estado el cine español a la altura de Cervantes (Luis Gómez Mesa, 1978).’




No vamos a nombrar todas las producciones, que son más de cien, o hasta doscientas que existen sobre el tema. Nos limitamos a unas breves características importantes. Antes de hacerlo, cabe distinguir dos rasgos generales. El primero tiene que ver con la forma, el segundo con el fondo. En cuanto a la forma, hay Quijotes en dibujos animados, en ballet, en musical, en erótismo y hasta en pornografía, o sea, en todos los géneros imaginables. Los documentales se aprovechan con mucha frecuencia de los grabados de Gustavo Doré. En cuanto al fondo, no hay ninguna adaptación en la que falta la escena de los molinos de viento, que resulta ser lo quijotesco por antonomasia. En la representación de esta escena varían los directores. Sin gigantes, o con gigantes, bastantes películas nos intimidan con el caballero agarrado por una aspa, levantado al cielo y cayendo en tierra con un golpe que le causaría la muerte segura a cualquiera. Otras escenas muy usadas son los galeotes y los duques, la escena en la venta donde Don Quijote es armado caballero, la de la derrota en la playa de Barcelona, la lucha contra los odres de vino que Don Quijote toma por monstruos, o la lucha contra un rebaño de ovejas que toma por un ejército, el encuentro con la campesina Aldonza Lorenzo que para el caballero es Dulcinea del Toboso, la agonía de Don Quijote cuando descubre que es Alonso Quijano.


          La famosa película de Orson Welles, comenzada en 1957, se terminó en los años noventa por Jesús Franco. Welles concentra su adaptación en los diálogos entre caballero y escudero e introduce ciertas modernidades tales como una mujer estilo años cincuenta sobre una vespa que se enfada cuando el caballero del siglo XVII la detiene, tomándola por un fantasma impertinente. Más atrevidos aún son los aviones norteamericanos – testimonio de la guerra fría - en el espacio aéreo de la Mancha, las corridas de toros y la mención del ministro franquista Fraga Iribarne.’’ A Orson Welles (cuya película fue terminada por Jesús Franco en 1992) lo que le gustaba de verdad era La vida de Don Quijote y Sancho de Unamuno. Welles is among the few who seem to have grasped the novel’s fundamental modernity (Robert Stam).’


          La versión más laudable hasta ahora, y sólo superada en 2006, proviene precisamente de la Unión Soviética estalinista, del mismo año 1957. Su director es Gregory Kozintsev. La Mancha ha sido transportada a Siberia, pero esto no disminuye de ninguna manera nuestra ilusión. Al contrario. Kozintsev no se deja distraer por los detalles costumbristas que tanto fastidian en las adaptaciones españolas. Kozintsev nos conmueve con el idealismo de su caballero. Aquí por primera vez vemos a Don Quijote confrontado con la carreta de los leones. Alberto Sánchez (dice Herranz) insiste en su lectura del Quijote de Kozintsev (1957) como si hubiese sido realizado como retrato del alma española: “aquella postrer y eterna salida de don Quijote y Sancho…, adelante por los caminos de la Mancha, que son los caminos de la inmortalidad, los caminos al corazón del pueblo de España. Lo más grande es esa interpretación de don Quijote,…es verle como lo vemos los españoles. ¡Cuánto le hubiera gustado a Unamuno!”


          En los sesenta abundan los Quijotes cinematográficos de casi todos los países europeos. Entre los más originales hay uno finlandés, de Mikko Niskanen, en que los molinos de viento han sido reemplazados por grúas que parecen amanezar a un Quijote cabalgando por el puerto nebuloso y semioscuro de Helsinki. Los galeotes han sido reemplazados por polizones en busca de asilo. Sancho se divierte con ellos, dejándose seducir por una fiesta clandestina con mucho trago en uno de los barcos. Cuando los rescata Don Quijote llega una furgoneta de la policía para arrestarlos. La culpa de sus desgracias la dejan recaer los arrestados sobre la cabeza de su noble libertador. El más largo largometraje corre por cuenta de Carlo Rim, dos veces una hora y media. Rim peca de un costumbrismo extremo.Totalmente superflua es la parte sobre una Dulcinea del Toboso (no existente en la novela) vagando por el mundo y perseguida por la Inquisición. Erich Röhmer, francés, llena su fino documental de medio hora con ilustraciones de Don Quijote a lo largo de los siglos, incluido el obligatorio Doré, y también Picasso. Dos versiones en dibujos animados de procedencia de Europa oriental ven en Don Quijote el último hombre, luchando contra la modernidad tecnológica. Vincent Sherman es director de una coproducción italo-francés-española de 1967, en que se entrelazan la historia de España y la biografía de Cervantes con las hazañas de Don Quijote. Es un melodrama de dos horas. El Concierto de Aranjuez y la Eroica de Beethoven forman el fondo de dos documentales españoles de Claudio Guerin Hill y Ramón Masats. Otra novedad es un Cervantes escribiendo e interrumpido por escenas de su novela, de Rafael Ballarin.


          La interpretación más popular es el "musical" The Man of la Mancha (El Hombre de la Mancha) de Dale Wasserman de 1972. También es la más infiel hasta ahora. El 8 de agosto de 1958, Wasserman se encuentra de vacaciones en Madrid. Es entonces cuando lee en La vida de Don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno que “sólo el que no teme caer en el ridículo es capaz de alcanzar lo imposible” (Herranz). Debemos conformarnos con un Cervantes en la cárcel de la Inquisición. Para salvarse de los prisioneros y justificarse ante el tribunal compone el "sueño imposible" del caballero andante. Al final se le acusa de haber falsificado la realidad con la imaginación. Pero el logro artístico y la aclamación pública sacan al autor de la cárcel prometiéndole fama eterna. En una "Mancha, ruta de Don Quijote", documental, Cervantes encuentra al Caballero de la Triste Figura en Argamasilla de Alba. En otro lugar de la Mancha nos sorprende la tuna estudiantil con la canción "Las mozas de Alcalá".  En una adaptación hispano-mexicana de 1973 nos encontramos de nuevo con un Don Quijote que debe justificarse ante un tribunal. Igual que en el "Hombre de la Mancha" se nos presenta aquí a una Aldonza Lorenzo (Dulcinea) como prostituta. Remolinos de toreros y manolas animan un ballet australiano de 1973 alrededor de un Quijote como bailarín estrella. Que Aldonza Lorenzo es algo más que una prostituta lo prueba una versión inglés-americana de 1973, en donde los duques la invitan a su castillo para desempeñar el papel de Dulcinea del Toboso, por supuesto para burlarse del pobre caballero.


          La más desviada exégesis de la novela cervantina es sin duda "Mourir sage et vivre fou" (1973) de un español republicano radicado en Francia. De talante supersurrealista y antifranquista, esta cinta se desemboca en un tiroteo y en un cantar de la Internacional. Que hubo un tiempo en que las hazañas caballerescas se limitaban al territorio sexual es algo que nos hace creer un americano tipo Hollywood categoría C en 1976. Aquí se nos obsequia con un Sancho Panza persiguiendo tanto a las putas como a la plata, pero contrariado por una gitanería folklórica. La cinta más original de los setenta es una brasileña llamada "As trapalhadas de Dom Quixote" (1978) de Ary Fernandes. En ella Don Quijote es un maestro de escuela primaria del siglo veinte. Sus alumnos se aburren, y para despertar su interés se viste de arnés, se pone el yelmo y continúa dando clase explicando las hazañas del caballero del siglo XVII. Los otros maestros, sus colegas, se molestan por esta actitud. Lo despiden, y a partir de entonces empiezan sus aventuras que lo van llevando a lo largo de la costa con palmeras del Brasil. La más completa versión cinematográfica de la novela se da para la televisión española. Se trata de dibujos animados en treintaynueve entregas. La sigue una adaptación japonesa en veintitrés entregas. Y con éstas hemos llegado al año 1980.


          En la década siguiente vemos un aumento de adaptaciones libres; una parodia humorística intitulada "Don Cipote de la Manga"; un video-clip tipo Salvador Dalí con flamenco y un Quijote jineteando por la playa; una versión con un Quijote heredero y, a causa de eso, amenazado por una prima codiciosa; un Monseñor Quixote según la novela de Graham Greene (1985); y un Don Quijote Liberado (1987)según el drama de Anatoli Lunacharski. El largometraje del ruso Revaz Cheidze (1989) empieza con un Quijote emergiendo de un huevo ante un ícono de la Virgen María con el Niño Jesús. En cuanto a Lunacharski (1922), Herranz observa: ‘La lectura socialista del mito quijotesco por parte del pueblo ruso cuenta con lejanos antecedentes en la recepción de la novela: Don Quijote como encarnación de la fe y el amor puro (Turgenev), la simbiosis espiritual de Cristo y don Quijote en el príncipe Mishkin (Dostoyevsky), el encendido simbolismo (Mayakovsky), la visión revolucionaria y marxista (Anatoli Lunacharsky en su Don Quijote liberado.) En Rusia vieron en el Quijote no sólo un libro genial, sino una parábola sobre la predestinación del hombre. Los rusos interpretaron al Caballero de la Triste Figura como un profeta o un profeta falso, cuyo mito puede servir como clave para los acontecimientos de la vida intelectual y social de Rusia (Vsevolod Bagno).’


          Manuel Gutiérrez Aragón produce para la Televisión Española un espectáculo puramente costumbrista basado en un guión de Camilo José Cela. Con esta producción abrimos los años noventa que terminan en unos dibujos animados de cuatro horas a base de un guión de Guillermo Díaz-Plaja. Peter Yates cierra el siglo con una película anglosajona que asombra por un Don Quijote en su juventud, como un chico de diez años.


          Entre las cintas más llamativas del siglo XXI se da una canadiense mostrando un Quijote y un Sancho que andan montados en una guitarra y un banjo por un paisaje de dunas; en cierto momento admiramos al caballero completamente desnudo junto a un fuego. Otro esfuerzo de Gutiérrez Aragón sorprende por un Quijote durmiendo mientras se acerca una flota turca a las costas de España. En una breve versión francesa alternan el metro parisino y la Costa Brava como fondo, mientras que un ómnibus se está moviendo por las nubes. En otra breve, israelí, vemos a Don Quijote combatiendo al muro que separa a los judíos de los palestinos en Jerusalén.

          El cuarto centenario de 2005 desencadena una avalancha de todo tipo de géneros. Resurge el tema de la Inquisición en relación con la novela cervantina, y hasta aparece una teoría cabalística según la cual se esconde en la novela un secreto mensaje sobre la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos. Javier Rioyo cierra el centenario con una antología que abarca cien años, "Don Quijote cabalgando por el cine".


          Un año más tarde aparecen dos largometrajes, "Honor de cavalleria", catalán, de Albert Serra y "Las locuras de Don Quijote" de Rafael Alcázar. La primera, estática, consiste en largos diálogos entre el caballero y su escudero como hombres de nuestra época situados en prados y bosques. Es una especie de ensueño con un deliberado desarrollo lentísimo. El de Rafael Alcázar es sin duda el mejor que se ha producido en España, y tal vez también fuera de España. La intención es algo educativa, pues consta del entrelazamiento de la historia de España y la vida de Cervantes con ciertas aventuras del caballero. En cuanto a insistir en dejarle la palabra a Cervantes, cabe observar que las adaptaciones del Quijote suelen ceñirse a la ausencia de un narrador visible, limitándose a narrar la historia del caballero sin revelar su procedencia literaria.


Lo más logrado en la cinta de Alcázar son los papeles de Don Quijote y Sancho Panza. Sobre todo el primero, desempeñado por Txema Blasco, es sencillamente inolvidable.


          Agreguemos que en el 2007 se produce uno de dibujos animados llamado "Donkey Xote".


‘Lamentablemente, ninguna película ha intentado aproximarse a ese deterioro del personaje (Don Quijote) desde la perspectiva de su pasividad ante el contacto con los verdaderos hombres de acción de su tiempo, con la aventura real presente en la ficción de su historia, tal y como la novela presenta en los personajes de Roque Guinart y su cuadrilla de bandoleros’, dice  Herranz. Y Américo Castro añade: Cervantes se complace en oponer la justicia espontánea, sencilla, equitativa, en suma, místicamente natural, a la legal y estatuida; no se formula dogmáticamente esa doctrina en ninguna parte, pero los hechos la presuponen con la mayor elocuencia. Roque Guinart, el bandolero, se opone con su legalidad propia a la ley oficial. Sentido análogo nos brindan las maravillosas sentencias de Sancho como gobernador de la ínsula.


 

Robert Lemm
Reside en Amsterdam. Con regularidad ha dado conferencias sobre temas relacionados con su obra, tanto en holandés como en español. Entre 1995 y 1997 dió un curso sobre historia y literatura hispánicas en Surinam (la Guayana holandesa hasta 1975). De varios de sus libros aparecieron segundas y terceras ediciones. Uno de ellos, sobre la Inquisición Española, ha sido traducido al alemán y tuvo dos ediciones en 1996 y 2005.De su "Historia de España" aparecieron cuatro ediciones. "La autobiografía de Raúl Reyes" (2009) causó agudas polémicas y un honroso reproche del actual presidente de Colombia. Otros libros: Aparecieron en holandés e.o. una Historia de España, Alba de América, una Crónica de los dictadores latinoamericanos (Abrigo de sangre), Viacrucis del cristanismo, María y su evangelio secreto, Swedenborg, Léon Bloy contra Nietzsche, El papa Benito XVI y la aparición de Eurabia, Operación Fénix -La autobiografía de Raúl Reyes. Lemm es traductor de e.o. Borges, Octavio Paz, Miguel de Unamuno, Joseph de Maistre, Juan Donoso Cortés, Giovanni Papini, fray Luis de León. El auge y el ocaso de los jesuitas (2011). En 1979 le concedieron el Premio Martinus Nijhoff por sus traducciones de autores latinoamericanos.