Ricardo Ibarlucía

Poemas

 

 

La oración de Gilgamesh

 

 

Tengo algo para decirte, Utu,

una palabra al oído

 

Quiero irme,

quiero irme a las montañas

 

Ayúdame, Utu, con tus bueyes y tu carro

 

En mi ciudad la gente muere

sus rostros están tristes y temen por los días

Miro las murallas

y veo que el río rebalsa de cadáveres

 

Es lo que veo

Es lo que pasará, es lo que pasa

 

Ayúdame, Utu,

quiero irme a las montañas que aroman los cedros

 

Te he traído a mi hermana para que sea tu esposa

Utu, quiero ser de tu sangre

 

Ningún hombre puede escalar el cielo

Ningún hombre puede perforar las nubes con sus dedos

Ningún hombre puede elevarse más allá de la vida

 

Ayúdame, Utu,

acepta estas sandalias

Te he traído la harina y la piel de la lluvia

te he traído la gema y el ramo    

 

Quiero irme a las montañas donde nadie sabe que vives

 

Allí me forjaré un nombre

donde ninguna palabra fue dicha

haré que el tuyo se oiga

 

Utu, sé la vida de mis hijos

Soportaré los terrores

entre los cedros levantaré mi casa

 

Ayúdame, Utu,

acepta mis siete regalos


 

Éste

Para Carlos Thiebaut

 

 

Jacob, el montañés que lee arriba,

dentro, escala, es

cara lo que el dios soñado

habla,

 

éste, el gemelo,

 

el que está frente al óleo, el que nombra

y es nombrado,

 

el del daño, el lunático

–profeta es el que planta hayas

en un lugar terrible–,

 

éste, el de la muerte niña,

 

el que pasea por un jardín abandonado

y se topa consigo,

 

hecho estatua,

sentado en un banco, enmohecido,

 

enmudecido,

 

éste,

el que dice, conjuga en subjuntivo, conversa

con el perro,

 

ahogándose en ocres,

 

el que asoma en la línea.

 

Angelus

 

La rosa sin culpa,

 

sin metáfora

florece

en el azul sangrado.

 

Florece por qué.

 

En tu boca

comen los muertos

sus sombras.

 

Studium musicum

 

La escala cromática de los números

y los seres,

 

no el silencio

eterno

de los espacios

infinitos, sino el son

ido en

sí;

 

no el armónico,

perfecto, la tríada, la con,

 

sino la di

sonancia,

 

la melodía de aldabas, el yunque

amartillado, el acople

sordo;

 

no la cadencia, el círculo

ascendente,

 

sino

 

el acorde

errante, insensible

de

 

dios

me espanta.

 


Sermón nº3

           

Si tu ojo y mi ojo

son un solo

ojo,

 

¿no ves en el blanco

desierto

la gloria que traicionan

los zorzales?

 

¿no ves debajo la maca,

la herida

moral en las cosas,

 

la tabula rasa

del dolor?

 

 

Renacimiento de Yataro

 

 

Llega el invierno

Sobre la balaustrada

Las uvas negras

 

Cuánta distancia

La niebla acumula

Ante tu puerta

 

Tiempo perdido

Derrochado en nombrar

Lejanos dioses

 

Es triste el mundo

Los cerezos florecen

A su pesar

 

El sol se oculta

Detrás de la arboleda

Los ojos mueren

 

Sobre nosotros

Qué es lo que no sabe

El ruiseñor

 

Después del fin

Después de la belleza

Una amapola

 

Oranienburger Strasse

 

 

Un hombre trepado a una escalera desenrosca una bombita

Y el mundo queda a oscuras

 

Isbac Pacunda

 

En tiempos de caníbales, conviene

Permanecer atento a lo que pasa.

Ayer nomás leí que en el Perú,

En el viejo hospital de Las Mercedes,

De la ciudad heroica de Chiclayo,

Cuna de la amistad entre los hombres,

Habían operado, con gran éxito,

A un chico que estaba embarazado.

El feto de un gemelo, al parecer,

Tenía encapsulado en el estómago.

Al pobre Isbac Pacunda, de tres años,

Cocama, chayaguita o aguaruna,

Su hermano le extrajeron del abdomen

Con pinzas, bisturíes y tenazas.

Presentaba cabeza, brazos, piernas.

Veinticinco centímetros medía,

Pesaba alrededor de un kilo y pico.

El Doctor Astocóndor, cirujano

Y pediatra, científico eminente,

El parto o el aborto fraternal

Saludó en el nombre del progreso.

No dijo, sin embargo, de qué modo

Se había enquistado aquel parásito.

Estando en el vientre de su madre,

Pacunda, simplemente, lo comió.

 

Notas
La oración de Gilmanesh. Basado en el texto sumerio de “Gilgamesh y Huwawa”(versiones A y B), establecido por Dietz Otto Edzard, Sitzungberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften. Philosophisch-historische Klasse, nº 4, Munich, 1993; traducción inglesa de Jeremy Black, ETCSL, Oxford University, 1997.

 

El renacimiento de Yataro. Inspirado en la figura de Kobayashi Issa (1763-1827), apodado familiarmente Yataro. En uno de sus haikus se lee: “En primavera/Yataro renació/convertido en Issa.

 

Ricardo Ibarlucía
09Ibarlucia(Buenos Aires) es miembro del Comité de Dirección de 
Diario de Poesía desde su fundación en 1986. Poeta, dramaturgo y crítico de poesía, es autor de Estudios kantianos (1998) y Conversiones Brecht. La ópera de cinco guitas (2004). Ha publicado traducciones al castellano de Goethe, Paul Celan, Ingeborg Bachmann, Louis Aragon, André Breton, Philippe Soupault, Allen Ginsberg, Hugo Claus y Haroldo de Campos, entre otros poetas. Como dramaturgo, junto a diversas adaptaciones y traducciones, realizó  Woyzeck por Woyzeck (2012), estrenada en el Teatro General San Martín en 2006, con dirección y puesta en escena de Emilio García Wehbi.